LA EXPERIENCIA DE DESCUBRIR SU ENTORNO A TRAVÉS DE LA BOCA
Al nacer, las sensaciones que perciben en la boca están más desarrolladas que las de otras partes del cuerpo, ya que la lengua está dotada de muchas terminaciones nerviosas. Desde que nacen, los bebés se meten en ella sus deditos, chupan el borde de la manta (y todo lo que alcanzan...), y a través de estos gestos, se familiarizan con conceptos tales como "suavidad", "dureza" y "firmeza", aprendiendo que existen diferentes texturas, formas, sabores y sensaciones.
La boca, su ventana al mundo
La boca es su principal ventana de conocimiento, es como una puerta a través de la que cada niño entra en un mundo lleno de experiencias y de cosas maravillosas. Estamos hablando de su inmersión en una fuente inagotable de información, de una aventura sin fin, donde todo se define por su sabor, por el tacto de la tela y por la forma. "¿Huele? Sabe bien? ¿Esto es duro... o es suave? A ver... me lo llevo a la boca... ¡sorpresa! ¡Está rico y es agradable! Oh, oh... esto sabe mal, ¡mejor me quedo lejos!".
Tú misma puedes verle masticar y chupetear sus juguetes con curiosidad, pero no le interrumpas a no ser que haya peligro: ¡es crucial para su desarrollo! Además, en estos primeros meses, el chupeteo tranquiliza a los bebés y les ayuda a descargar la tensión. Calmarse a sí mismos chupando es su primera muestra de independencia.
A los 6 meses
A los 6 meses este proceso se vuelve aún más sofisticado: empiezan a usar la lengua, los labios y las mandíbulas, alcanzando un "nivel de investigación avanzado", para que puedan extraer todo tipo de información sensorial con sólo poner algo en su boca y masticarlo. Además de ser absolutamente normal, es beneficioso para el desarrollo de un niño, porque ahora sabes que no se meten cosas en la boca solo para calmar sus encías mientras les salen los dientes, en realidad están aprendiendo cómo funciona y qué contiene el mundo al que acaban de llegar.
"¡No te metas eso en la boca!", intenta refrenar tu instinto de protección y déjale hacer, es cierto que tú no te lo meterías en la boca... pero él sí. No puedes y no debes tratar de conseguir que tu hijo deje de meterse cosas en la boca, eres tú la que debe vigilar que lo que tenga a su alcance sea seguro y que no se meta cosas que no deba. Asume que no vas a poder evitar todos los gérmenes, cosa que tampoco sería buena, pero que se atragante o se asfixie sí está en tu mano evitarlo. Estate atenta a las tapas de los bolígrafos, las monedas, las horquillas, todo aquello que sea más pequeño que el puño del bebé, y retíralo de su alcance.
¿Y cuando crecen?
Para los niños mayores de 3 años, la introducción de objetos en la boca no es ya tanto una forma de conocimiento si no un juego, pero aún así, deberás tener el mismo cuidado: todavía están expuestos a los peligros en la casa, ya que están jugando y experimentando. Nunca debemos olvidar que aunque ya corran y coman solos, nos necesitan para protegerlos durante los próximos años.
Un hogar seguro
Trata de crear un hogar seguro. Guarda las piezas de los puzles, y esconde bien tus zapatos si no quieres que se los coma, mantén tus joyeros fuera de su alcance, igual que los botones, las medicinas, las llaves, y por supuesto los artículos de uso doméstico y los productos de limpieza. Estos pueden ser nocivos si se ingieren y causar graves irritaciones en los ojos o la piel. Las cápsulas de Ariel 3en1 y cualquier otro detergente doméstico deben permanecer siempre guardadas en su caja, en los estantes superiores y fuera de la vista y del alcance de los niños.
No hay momento más bonito que ver a tu bebé sonriendo, mientras disfruta con en el mundo que tiene alrededor, haz que lo descubra seguro y feliz.
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